En un plazo de dos semanas, es posible levantar una casa reciclada que tiene las mismas comodidades que cualquier otra.
De plástico, de vidrio, de uno, de dos litros y hasta de 600 mililitros. Todas las botellas le sirven a la boliviana Ingrid Vaca Diez para llevar adelante un proyecto ecológico y social que empezó hace casi siete años y hoy, gracias a las redes sociales, se ha extendido a una serie de países del continente americano. Con las botellas y otros materiales en desuso -que en muchos lugares terminan en la basura a falta de un sistema apropiado de reciclaje-, Ingrid construye viviendas ecológicas para familias de bajos recursos. Ya son seis las casas que esta arquitecta autodidacta (su verdadera formación es como abogada) levantó en su país, en la localidad de Warnes, en Santa Cruz de la Sierra. Ahora -después de visitar Uruguay, donde ofreció una charla sobre su método de trabajo- se encuentra en Argentina levantando la primera casa de botellas en la ciudad de Roldán, en la provincia de Santa Fe. Ingrid viajará en mayo a Haití, invitada por la Organización de Estados Americanos (OEA), para participar en los esfuerzos de reconstrucción del país, que quedó devastado tras el terremoto del 12 de enero.
El proyecto empezó casi por casualidad. Ingrid guardaba botellas en el patio de su casa para una señora muy humilde que pasaba todas las semanas a recogerlas. Un día, la señora se enfermó y las botellas, desperdigadas por todas partes, despertaron la ira de su marido. "Bota esas botellas", me dijo, 'tienes suficiente como para hacer una casa'. Y así fue como se me ocurrió cumplir el sueño de Claudia, una niña pequeña que poco antes me había pedido como deseo para Navidad un cuarto para ella, que vivía en una habitación de cuatro por cuatro con toda su familia", le dijo Ingrid a BBC Mundo. "Antes ya había hechos artesanías con botellas, sillas, sillones, pero nunca una casa". Para hacer una vivienda de 170 metros cuadrados se necesitan alrededor de 36.000 envases. "De las botellas de dos litros, necesito 81 para hacer un metro cuadrado", explicó Ingrid. Cada botella se rellena con material descartable: papel, bolsas plásticas, pilas, arena y tierra. Una vez rellenas (cada botella pesa 3,6 kilos), se las emplea para construir los muros. Se las une con cal, cemento y se las sujeta con una suerte de trenzado. El revoque es otro ejemplo de reciclaje. "Yo uso una mezcla de leche en polvo vencida, heces de caballo, aceite de linaza, sangre de ganado, melaza de la caña... en fin, lo que haya", dice Ingrid. "Para hacer el piso", agrega, "utilizo llantas picadas".