En relación a una semana atrás, la laguna La Picasa creció más de 10 centímetros y sobre la ruta 7, el agua ya cubre la calzada unos 100 metros antes que hace 7 siete días, cuando el ingreso al tramo que atraviesa la laguna todavía estaba seco. Personal de una empresa contratada por el Concesionario de la 7, colocaba hoy estacas junto a los guard-rails, obviamente previendo que La Picasa seguirá creciendo e incluso los guard-rails quedarán bajo el agua. Saliendo de Rufino rumbo a Aarón Castellanos, a unos 10 kilómetros de esa localidad la ruta 7 ya se convierte en un delgado corredor con agua a ambos lados de la cinta asfáltica. Sobre la ruta pueden verse camiones cargando hacienda, evacuando los animales que ya no pueden sobrevivir en los campos anegados. En varios lotes sobre los márgenes de la ruta, se ven maquinarias y casillas rodantes, esperando entre lagunas y superficies encharcadas que seque un poco el suelo, para reanudar la cosecha de soja apenas sea posible. O salir como se pueda si el piso no seca y la cosecha se da por perdida. Al llegar al ingreso del alteo, los portones de hierro negro de la estancia La Gabriela vuelven a erigirse, como a principios del siglo, en mudos testigos del imparable avance de la laguna. Apenas entrando al sector de ruta que atraviesa La Picasa, el asfalto ya está unos 20 centímetros bajo el agua. Una semana atrás sólo había unos 10 centímetros. En el medio de ese tramo de 10 kilómetros reconstruido y alteado hace diez años, hay 40 centímetros de agua sobre la ruta. Hasta allí no pudieron llegar los operarios que colocan las estacas para evitar que la 7 se pierda de vista en el corto plazo. "Si seguís un poco, sólo se ve el puente, lo demás está todo bajo el agua", decía uno de los trabajadores sobre la camioneta que se volvía por no poder avanzar. Este cronista también tuvo que volverse, las botas de goma son de caña corta, y el agua demasiado fría ya le inundaba los pies. Algunos afirman que el terraplén de la 7 aguantará, por más que permanezca varios meses bajo el agua. Y cuando baje el nivel de La Picasa, sólo habrá que reparar algunas grietas que el agua excavará en el pavimento. Eso dicen, pero nadie sabe a ciencia cierta como quedarán, ruta y terraplén, cuando bajen las aguas. Mientras tanto la ruta 7 en La Picasa volvió a convertirse, como hace 17 años, en territorio de pescadores. Pero el "pique" es escaso. Sólo algunos bagres y raramente un pejerrey.
Fuente: latribunadelsur