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miércoles, 27 de junio de 2012

Recurren a una herrería para quitar del dedo de una niña un trozo de metal que le quedó atascado


Trofeo: El Dr. Costa exhibe el trozo de metal que atrapaba al dedo de la nena.Trofeo: El Dr. Costa exhibe el trozo de metal que atrapaba al dedo de la nena.El hierro -un caño aplastado con un agujero para bulón- con los cortes realizados en la herrería.
El hierro -un caño aplastado con un agujero para bulón- con los cortes realizados en la herrería.
Trabajos tan disímiles como el de la medicina y el de la metalurgica se unieron hoy para ayudar a una nena de seis años que, jugando, insertó el dedo anular izquierdo en el agujero de un trozo de metal que le quedó atascado. La situación, que se produjo esta tarde alrededor de las 19:00, movilizó al personal del Hospital Miguel Rueda de Santa Isabel y a su director, el Dr. Ignacio Costa cuando los padres de la menor acudieron al nosocomio en busca de una solución. "Fue una emergencia un tanto peculiar", dijo el médico, "ya que la niña metió un dedo anular en el orificio de una planchuela de acero de doble hoja, de tres milímetros de espesor, y le quedó trabado". "El problema comenzó a ser mayor debido a que el dedo se hinchó y la situación se convirtió en una urgencia porque en una hora el dedo muere y hay que amputarlo". Costa agregó que "con el instrumental con que contamos era imposible cortar el metal, por lo que salimos rápidamente hacia un taller". Con la dirección del facultativo, José Luis Zarich -Zaro-, asistido por su hijo Pablo, puso manos a la obra en su herrería de calle Yrigoyen al 900 con el llanto de la nena como fondo de la labor. "Pusimos la planchuela en la morsa y con una sierra cortamos muy delicadamente la pieza en dos lugares para poder ampliar el orificio, lo que logramos con golpes muy suaves con un cortafierros pequeño; pudimos separarlo después de casi una hora de trabajo" dijo Costa con las manos aún engrasadas por las herramientas del taller. Ignacio Costa destacó la intervención de los talleristas: "Creo que es una historia que no se olvida, sobre todo por la enorme ayuda de Zaro y de Pablo que largaron todo el laburo que tenían y se pusieron a hacer maniobras arriesgadas con herramientas sobre el dedo de una nenita de seis años; yo estoy muy agradecido con ellos".
Fuente: http://www.acercarweb.com.ar